Filosofia

0
Las concepciones de los aztecas, relativas al Universo reflejaban sus gustos trágicos y su inclinación a los sacrificios y prácticas sangrientas. La creación del Mundo había empezado por el sacrificio voluntario del dios Nanahutzin (dios de la sífilis, como Amimitl lo era de la disentería), que se arrojó a una hoguera. Quetzalcoatl había sacrificado a su hijo, que tras ello tornóse en Sol. Cuatro edades o soles se habían sucedido, cada una de ellas terminaba por un cataclismo. Al final de la primera los hombres habían sido destruidos por los jaguares. La segunda, por el viento. La tercera acabó mediante una lluvia de fuego. La cuarta, en diluvio.
Nuestra Era, colocada bajo el signo de Nahui Ollín (Cuatro Movimientos), perecerá mediante temblores de tierra. Los primeros sacrificios los habían hecho los dioses para alimentar al Sol con sangre de corazón.
El mundo subterráneo comprendía nueve pisos; los cielos, trece, superpuestos. En fin, práctica esencial en la religión de los aztecas era, como ya he indicado varias veces, los sacrificios humanos, costumbre que fue en aumento a medida que la civilización progresaba. Esto, la abundancia de dioses y su complicado ritual dio nacimiento a un cuerpo sacerdotal muy numeroso, a cuya cabeza estaban dos grandes sacerdotes, que llevaban el nombre de Quetzalcóatl. A sus órdenes se escalonaban una jerarquía complicada y una escuela encargada de la formación de novicios. Había, además, brujos y magos que, mediante remuneración, predecían el porvenir, curaban las enfermedades y hacían otros servicios análogos. 

0 comentarios:

Publicar un comentario